Ahora Dios existe

decembre 1999 :: MC, por Pilar de Miguel

Ha trabajado en los diarios más importantes de Italia. Consiguió, por primera vez en la historia, que un Papa, Juan Pablo II, se sometiera a las preguntas de un periodista. Ahora llega a España con un nuevo libro, fruto de una exhaustiva investigación llevada a cabo durante casi tres años y que se centra en un signo de intercesión mariana que, por su carácter único, reconoce la absoluta religiosidad popular y la apasionada devoción de los españoles por la Virgen en el período más calumniado de la Historia de España. MC: Vamos a hablar de un milagro que fue muy conocido en España, pero que hoy en día no es tan popular. VM: Yo creo que sí es un hecho conocido y, además, importante. Es el milagro de los milagros. Estamos hablando de un suceso que Ocurrió en Calanda, un pueblo del Bajó Aragón. Entre las 10 y las 10 y media de la noche del 29 de marzo de 1640, en aquel lugar pobre y remoto, al. campesino Miguel Juan Pellicer, de 23 añs, le fue “reimplantada” la pierna derecha, repentina y definitivamente. Se la había destrozado un carro y más tarde se la habían amputado en el Hospital Público de Zaragoza. A continuación fue enterrada en un hoyo de 21 centímetros. Dos años y cinco meses después el hoyo aparecería vacío, y milagrosamente Miguel recuperaría su pierna en el mismo estado que antes del accidente del carro.

MC: ¿Qué acogida ha tenido el libro en España?

VM: Como digo en el prólogo, tanto en España como en América me han dado una prueba de su amistad. En muchas ocasiones he levantado con mis libros el interés y la gratitud que, especialmente como cristiano, experimento hacia la cultura española. Han existido, y existen, determinadas y persistentes leyendas negras que prácticamente carecen de fundamento histórico, y que son el resultado de una guerra de propaganda, que han tomado como objetivo España y han intentado castigar su catolicismo. Yo, como católico, siempre defiendo la historia de España. Mi libro es un auténtico best-seller. Explico a los españoles mismos que tal vez, a riesgo de olvidarlo, la Historia de España es absolutamente gloriosa. Los españoles me conocieron por mi entrevista a Juan Pablo II en “Cruzando el umbral de la esperanza”. Ya veo que este último libro será muy querido por los españoles, porque es una historia en España de un hecho extraño y singular. De manera que para redescubrir este suceso español hay un pobre periodista italiano que ha escrito “El gran milagro de Calanda”.

MC: ¿Es usted creyente, católico, desde siempre?

VM: No he nacido ni cristiano ni católico. Soy un converso que ha nacido en una familia muy anticlerical, agnóstica, de la región más roja de Europa, que se llama La Emilia, donde se rodó la película de don Camilo y Pepone. Está claro que mi familia no estaba de parte de don Camilo, el cura, sino de la otra parte. Las escuelas más laicas se han hecho en la ciudad de Turín; es aquí donde ha nacido el Partido Comunista italiano. Yo me he licenciado en escuelas laicas y jamás he conocido un cura, ni lo que es el catecismo; tampoco he ido a misa. Me he licenciado en la Universidad de Turín en Ciencias Políticas, en la especialidad de Historia, con los grandes sacerdotes del laicismo anticlerical italiano; en la universidad he leído el Evangelio por primera vez, como periodista que estudia las razones de la fe. He trabajado en grandes diarios laicos, por ejemplo, en la Stampa de Turín, que era un diario muy agnóstico y masónico. Allí trabajaba como redactor cuando publiqué mi primer libro, una especie de diario de la conversión. Me convencí de que el Dios cristiano tenía una estrategia que era la de respetar la libertad de sus criaturas. A mí no me interesan las cosas clericales, el matrimonio de curas, entre homosexuales o los problemas morales. El Vaticano en sí mismo no me interesa, me interesa Jesús, el misterio de la fe. Esta España descristianizada corre el riesgo de olvidar cuál es su papel en la historia de la Iglesia. Francia e Italia han empleado 12 siglos en una “descristianización” que España ha conseguido en sólo 20 años. Gente distinguida que pasa la noche en un hotel viendo películas pornográficas. Yo no juzgo a nadie. El pecado es una cuestión personal, no una cuestión de tribunales. Pero éste es, sin duda, un ejemplo de la rápida descristianización de España. Vuestro país corre el riesgo de olvidar que ha sido grande y glorioso, cuando su Historia ha sido mezclada con la Historia del Catolicismo.

MC: Si partimos del hecho de la fe ¿por qué dar tanta importancia a los milagros? ¿Ypor qué en concreto a este milagro?

VM: Yo no soy milagrero. Creo que no hay contradicción entre razón y fe, porque es la razón, si está bien empleada, nos convence de la necesidad de ir contra la razón misma. Estoy convencido de que la fe y la razón son regalos de Dios y que nuestro deber es emplearlos lo mejor posible. Es verdad que para ser cristiano es necesario aceptar un solo milagro, que es la resurrección de Cristo. Esta resurrección es la misma razón de la fe. En toda la historia cristiana Dios ha concedido milagros que no son indispensables. No es obligatorio creer en los milagros, pero no se trata de ser milagreros. Yo puedo ser cristiano y no creer en los milagros. No es obligatorio. Pero hay unos hechos y los examinamos con la razón; está claro que un suceso como el milagro de Calanda ocurrió de verdad. Si tomamos en serio ese milagro hay que pensar que es un hecho absolutamente único. Mis amigos y compañeros agnósticos me decían que creerían en los milagros si pudieran demostrarme que la pierna cortada había crecido de nuevo; pero no ha sucedido ni sucederá jamás. La cuestión de una pierna cortada y crecida de nuevo es como una prueba para los no creyentes. En mi libro digo también que en todos los santuarios del mundo hay muchas muletas y éstas no prueban nada. Hay quien ha dicho que ningún creyente tendría la indignidad de solicitar la intervención divina para que una pierna cortada volviera a crecer. Evidentemente la pierna cortada que vuelve a crecer es un desafío que los agnósticos, ateos y no creyentes preguntan a los creyentes; después de esto hago en el libro la pregunta clave y, por fin, el resultado que es la sentencia del arzobispo de Zaragoza declarando milagrosa la restitución súbita de su pierna a Miguel Pellicer. Si yo he dedicado un libro entero al hecho de Calanda, que la tradición aragonesa llama “el milagro de los milagros”, significa que es la prueba que los no creyentes buscaban y que tenían por imposible. Ahora vemos que no era imposible en absoluto. MC: Otra de las cosas que aparecen en el libra es la afirmación de Gilbert Keith Chesterton, quien dice que el verdadero librepensador es el creyente, pero si el creyente necesita creer en algo, ya no es el verdadero libre pensador. VM: Efectivamente, cito a este escritor inglés al que quiero mucho. Un creyente es un señor que admite un milagro si se ve obligado por la iglesia. Si un creyente va a Lourdes cuando Bernardette dice haber visto a la Virgen, te puedes imaginar que no va corriendo a decir: “¡Oh es la Virgen!”, sino que diría: “Bueno, vamos a comprobarlo, porque es posible, pero habrá que estudiarlo”. Un señor que es creyente admite un milagro si se ve obligado por la Iglesia. En cambio, según Chesterton un no creyente es un señor que no acepta discutir sobre milagros, porque a ello le obliga la doctrina que profesa. Yo creo que Dios existe y es todopoderoso, y si quiere va a hacer milagros. Si ocurre un milagro yo digo que es posible pero hay que verlo; si soy un no creyente, mi esquema, mi armazón va a decir que no es posible y no lo voy a aceptar. El librepensador es el creyente que no tiene esquemas ante el misterio ni se resguarda en caparazones. Así que está muy claro que si uno tiene un esquema según el cual el milagro es imposible, es prisionero de ese esquema. He de admitir que si en ese caso Dios va más allá de su estilo, también nuestra libertad queda respetada, porque aunque en Calanda nos ha dado el máximo de razones posibles, la libertad del hombre llega hasta tal punto que puede negar la evidencia. Yo creo que el misterio existe y si la iglesia me dice que hay posibilidad de que sea un milagro, entonces yo empleo ni¡ razón para estudiarlo. Si estudiando el milagro de Fátima llego a la conclusión de que Bernardette, a quien se le apareció la Virgen, no miente y no está loca, entonces lo estudio y veo qué pasa. Cuando yo era un no creyente, decía que no, que no existía el misterio, que éste no era posible. De todas formas tengo que reconocer que para aceptar el milagro es preciso abandonar los esquemas según los cuales no cabe lo sobrenatural en la vida humana.

MC: El no creyente necesita de explicaciones racionales para tranquilizarse. ¿Qué es lo que tranquiliza al creyente?

VM: La fe y la convicción de que la fe es lo razonable. Yo intento demostrar en mi libro que no sólo es posible tomar el Evangelio sin renegar de la razón. La fe y la conciencia son lo que tranquilizan al creyente. Está claro que hechos como el de Calanda ayudan a confirmar la fe.

MC: ¿Por qué es más importante el milagro de Calanda que el de Lourdes, por ejemplo?

VM: Hay que tener en cuenta que en ningún milagro, excepto en el de Calanda, tenemos la seguridad de que una pierna haya crecido de nuevo. Estaba convencido de que, precisamente porque Dios quiere salvar nuestra libertad, podía volver a hacer crecer una pierna, porque obviamente es omnipotente. Pero también estaba convencido de que Dios no lo quería: si hubiera hecho algo así, evidentemente nuestra libertad estaría destruida y estaríamos obligados, sin ninguna duda, a aceptar la fe ante este hecho. Por tanto, a la objeción de Zola que cito en el libro, cuando dice que le hagan una pata de palo y entonces creerá en los milagros ó cuando dice que ve patas de muletas pero no patas de palo, yo decía que menos mal que Dios no hace crecer las piernas, porque iría contra su estilo. Eso fue lo que de verdad me hizo entrar en crisis. Luis Buñuel, que era natural de Calanda, decía: “Gracias a Dios soy ateo, pero no me toquen la Virgen del Pilar ni el milagro de Calanda, porque creo en la verdad de ese milagro”. El milagro de Calanda es único. Buñuel decía que al lado de ese milagro, Lourdes es un lugar mediocre. Es verdad que en Lourdes nunca se había visto un milagro semejante. Sólo en Calanda, el 29 de marzo de 1640, sucedió ese milagro, probado mediante documentación exhaustiva. Soy creyente y no milagrero. Yo mismo, que creo en Dios, cuando me enteré del milagro de Calanda no dije: ¡qué bien, por fin un milagro! Fui yo mismo a confirmar el hecho. Puse el cuentakilómetros a cero y desde el jardín de mi casa, en el norte de Italia, hasta el lugar del suceso recorrí 1.365 kilómetros. El libro es el resultado de un diario, como cuento en él, parando sólo para abastecer de gasolina al coche y de bocadillos para mí. Tenía mucha impaciencia por llegar, pero no para rezar sino para investigar y hacer el libro, para comprobar si era o no razonable lo que había leído sobre el milagro. Después he estado varias veces en Zaragoza. Lo que yo siempre digo es que cuando uno hace un reportaje tiene que estudiar como un viejo profesor y escribir como un periodista moderno. Yo tengo que escribir como un periodista para que pueda entenderme todo el mundo; conozco los viejos diarios, pero antes de escribir en un diario de divulgación, escribía como un profesor con grandes palabras. Para escribir este libro sobre el milagro en Aragón he tardado casi tres años. He pasado mucho tiempo en los archivos del Pilar, he hablado con todos los historiadores aragoneses, he estudiado todas las hipótesis alternativas al milagro; quizá no sea un milagro, sino una estafa, pensé; porque yo al principio lo miraba como un no creyente y de manera absolutamente objetiva.

MC: ¿Por que, después de tanta investigación y tanta documentación, sigue habiendo un sentimiento de insatisfacción a pesar de haber comprobado la verdad de este milagro?

VM: Decía Pascal que “el Dios cristiano da siempre suficiente luz para creer, pero deja suficiente sombra para dudar”. Esto significa que la fe no es una imposición, sino una propuesta. También en estos signos Dios deja sitio para la duda, precisamente para respetar nuestra libertad, para no obligarnos a creer. Cuando descubrí el milagro me sorprendió mucho y me puso en crisis el esquema. Es algo “fuera de serie”. Está claro que el milagro del Pilar de Zaragoza es lo más original del proceso de todos los milagros que se conocen. También está comprobado con un acto público de un notario. Durante muchos siglos se ha intentado demostrar todos los milagros que han ocurrido. Usted puede negar la verdad de Calanda, pero también tiene que reconocer la existencia de la pura verdad. Yo le he dedicado un libro entero, porque no es tanto la respuesta a la existencia, sino una respuesta granítica, es decir resistente y muy fuerte. MC: Pero, ¿cómo pasó de la incredulidad total y el agnosticismo más absoluto a ser un hombre creyente? ¿fije este milagro el verdadero “detonante” de su cambio de pensamiento? VM: Durante años, en mis lecturas, muchas veces me encontraba alusiones a “el milagro de la pierna”, otras veces mencionado como “el milagro de la Virgen del Pilar”. Yo pensaba que se trataría de una leyenda como tantas otras. Un día logré conseguir un ejemplar del único libro escrito por un no español, hecho con absoluta seriedad y detalle, dedicado a este suceso único, que había aparecido en Francia en el año 1959. Era un hecho que se distanciaba mucho de parecerse a un mito; se trataba más bien de un documento, como he dicho antes, de un modo granítico. Este milagro fue lo que me puso en crisis, ya que iba más lejos de ese estilo de Dios. Tuvieron que pasar dos o tres años para que yo pudiera decir: “Si no hay nada más que decir, la única hipótesis razonable es la de admitir que esta pierna amputada fue restituida después de dos años y medio a Miguel Juan Pellicer.”

MC: ¿Cree que cuando morimos vemos a Dios cara a cara?

VM: Ser cristiano significa creer que esta vida es sólo el inicio de la que será nuestra verdadera aventura. Esta vida es sólo el entrante de la comida verdadera; sin embargo, como creyente que soy, he de respetar y respeto el misterio de la vida. Ser cristiano significa creer en la vida eterna; pero en fin, vamos a ver qué es lo que ocurre. MC: El hecho de que el milagro se produjera durante la Inquisición, ¿influye en la manera en que ha trascendido ese suceso? VM: En el milagro de Calanda hay signos de verdad histórica. Este hecho se da en una época en que la Inquisición controla los hechos de esa época concreta. En Aragón, particularmente, la influencia de esa Suprema Inquisición, como la llamaban los españoles, era muy fuerte. La Suprema se ocupaba siempre de los falsos milagros, de los falsos profetas. El gran inquisidor de Aragón era el gran inquisidor de España. Si hubiera habido la más mínima duda de que el milagro de Calanda era falso, la Suprema Inquisición habría terminado con todo inmediatamente. El cardenal arzobispo de Toledo, que era considerado como el Papa en España, era sospechoso de superstición. Estudiando las actas del proceso de Zaragoza sobre el hecho de Calanda, el proceso concluye con una sentencia de monseñor Pedro Apaolaza Ramírez, declarando milagrosa la restitución súbita a Miguel Juan Pellicer de la pierna derecha que le había sido amputada.

MC: ¿Qué ha supuesto para los aragoneses este milagro?

VM: Supone la confirmación de algo que ya sabían. Los aragoneses están muy contentos por ese milagro. Está claro que después de este milagro ha aumentado la devoción por la Virgen del Pilar. Para los hermanos españoles es un gran y misterioso privilegio y, al mismo tiempo, una gran responsabilidad. Es un escándalo, porque este “Milagro de los Milagros” parece una especia de premio al período de la Inquisición, de la expulsión de los moriscos al norte de África, de las guerras en Europa para defender la ortodoxia católica o de la Evangelización del continente americano desde Texas hasta la Tierra del Fuego. En todos mis libros siempre he buscado defender a España de las leyendas negras que se han creado sobre su historia. Este milagro es un escándalo para los ilustrados porque es un premio que otorga el cielo, justo en la historia de España que más escandaliza hoy, pero incluso a los cristianos que pasan por progresistas.

MC: ¿Se siente especialmente orgulloso de este libro?

VM: Tenga en cuenta que este libro mío es el primero escrito por un italiano sobre este milagro desde hace más de tres siglos y medio. Es realmente sorprendente para una Italia que tiene en Roma el centro del catolicismo. Así pues, como creyente y también como periodista, tengo la especial satisfacción de que, durante los seis primeros meses de su aparición en las librerías, este libro haya atraído la atención de los medios de comunicación, incluyendo los “laicos”, y se han hecho siete ediciones, al tiempo que continúa su proceso de difusión en Italia También estoy satisfecho por la próxima aparición de traducciones en los principales idiomas del mundo.

MC: ¿El silencio del milagro debido a la Inquisición, corre el riesgo de olvidar un hecho tan importante para el Cristianismo?

VM: Sí es conocido, aunque tal vez no tanto como otros milagros. También es cierto que muchos de mis amigos españoles me han confirmado lo que yo mismo he podido comprobar en mis estancias de este lado de los Pirineos. Es decir, que en la propia península Ibérica el recuerdo del Gran Milagro corre el riesgo de empañarse, al igual que otros tantos aspectos de la historia crisliana en los que España ha desempeñado un papel tan decisivo y glorioso, como ya he ‘ recordado en libros españoles. En mi última y reciente visita a Calanda, la comunidad cristiana local ha querido proporcionarme una extraordinaria sorpresa. Me han entregado el pergamino y la medalla de Mayoral de Honor del templo del Milagro. Ha habido mucho misterio en torno al suceso; pero, en cualquier caso, ahora tienen la posibilidad de conocer los detalles contados tras más de casi tres años de investigaciones. “El gran milagro” es un diario de todo un suceso decisivo para el Cristianismo.

© MC